Llorenç: Hasta el 8 de julio, exposición en Les Quintanas, de las artistas residentes del CeRRCa.


Naoko Yasue, Eliane Defibaugh, Lisa Krivitzky,
Pau Catà y Teresa Baltasar
Foto: Dolores García


Uno de los placeres de visitar exposiciones como la que hasta el 8 de julio se puede ver en Les Quintanes, que recoge la obra de tres artistas residentes en el CeRRCa, es comprobar como el arte es una fusión de las emociones y experiencias de cada artista, moduladas por sus capacidades técnicas.



La muestra recoge tres maneras de ver el arte muy diferentes y a la vez muy interesantes.
Naoko Yasue
Foto: Dolores García





Naoko Yasue es japonesa,  y convierte cada una de sus obras en una página de un diario personal, de tal forma que se transforman en instantes personales, genuinos y vitales. Y es esta vitalidad la que capta, sin ningún esfuerzo, quien las contempla, como puede experimentarse simplemente mirando los cuadros que aparecen en la fotografía, así como la diferente factura de los mismos.


Lisa Krivitzky
Foto: Dolores García

Lisa Krivitzky es australiana y posee una alegría contagiosa y una gran capacidad para la observación y el detalle.  El desarrollo de las obras que presenta, en vidrio, hechas con la técnica del fusing,  están basadas en una planta, la ruda (planta a la que que desde muchos siglos se le atribuyen dotes mágicas y protectoras, así por ejemplo los magistrados romanos llevaban unas ramitas de ruda cuando tenían que estar en contacto con los condenados, para evitar el mal de ojo)



Eliane Defibaugh
Foto Dolores García

Eliane Defibaugh divide su tiempo entre Nueva York y Miami; y realiza obras de gran formato, con una dualidad creativa ya que están pintadas con luz natural y con luz negra a la misma vez, es decir, según se vean iluminadas de una o de otra forma el cuadro muestra un resultado diferente. Es un trabajo exigente, técnicamente complejo y absorbente.  Pero en ambos casos sus creaciones desprenden fuerza, energía y optimismo.


Las obras que conforman la exposición son creaciones realizadas durante su estancia en Llorenç del Penedès, y por tanto son la consecuencia de la interrelación con el pueblo (tanto el paisaje natural como el creado por la mano humana)  y sus gentes.

Las piezas de vidrio se han realizado contando con la colaboración de Josep Sadurni artista vidriero local.

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